Se trata
de una enfermedad transmitida genéticamente y se presenta en individuos sanos
hasta el fin de su etapa reproductiva; la incidencia va de 10 a 15 casos por
cada 100 mil habitantes.
Una
depresión progresiva, así como la falta de entusiasmo alrededor de los 40 años
de edad, podrían ser síntoma de la enfermedad de Huntington, dijo el médico
genetista del Centro de Investigación Biomédica de Occidente (CIBO) del IMSS en
Jalisco, Patricio Barros Núñez.
El experto
del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) informó que se trata de una
enfermedad transmitida genéticamente y se presenta en individuos sanos hasta el
fin de su etapa reproductiva.
Afirmó
que la incidencia es frecuente, de 10 a 15 casos por cada 100 mil habitantes.
Sus consecuencias son irreversibles y fatales; la esperanza de vida se reduce a
una o dos décadas más a partir de un cuadro clínico concreto.
“Incluso,
puede aparecer alrededor de los 35 años. Hay también cambios de conducta y
luego se presentan los movimientos típicos, involuntarios. Va involucrada la
degeneración del sistema nervioso central, el paciente pierde la memoria, sufre
demencia y a veces convulsiones”, recalcó.
Pese a su
posible asociación al mal de Parkinson, aclaró que se trata de afecciones
distintas, porque en la enfermedad de Huntington se involucran miembros
completos y no sólo fragmentos. En lugar de temblar dedos, labios, pies,
etcètera, lo hacen tórax, piernas, cara completa, eso los distingue fácilmente.
“No es raro
que el enfermo reconozca antecedentes dentro de la familia y busqué para él
mismo o para su descendencia una asesoría genética, porque la probabilidad de
transmitir la enfermedad es del 50 por ciento, cuando la pareja no presenta la
patología, en caso contrario la probabilidad aumenta al 80 por ciento”,
precisó.
“Para
nosotros como médicos es complejo decirle al paciente que en 10 o 15 años se
enfermará de manera progresiva, letal, y nadie podrá hacer nada al respecto. La
ventaja de captarlo a tiempo es que se tomen decisiones respecto a tener o no
hijos”, reconoció.
En
ocasiones, sin embargo, los pacientes no desean compartir el diagnóstico. Hay
madres que buscan la tranquilidad de sus hijos y no se los dicen, incluso
cuando por otras mutaciones el Huntington fuese más grave en la descendencia.
Añadió
que los más jóvenes sí quieren saber los detalles de su condición y esto hace
difícil la intervención de quien los analiza.
“También
es delicado porque a veces conocer la situación agrava los síntomas”, dijo
Barros Núñez, porque ante pequeños signos que para otro pasarían
desapercibidos, como olvidar unas llaves, el paciente ya diagnosticado se
angustia, se predispone psicológicamente, adelantando a veces los síntomas de
su condición clínica.
Otro aspecto
observado en el entorno familiar es que los hermanos que no heredaron la
enfermedad sienten cierta culpa frente al que sí tiene la mutación genética, y
cuando el paciente muere los demás sufren la pérdida de una manera muy
profunda.